En una zona alejada de la costa llena de frondosos árboles se encuentra un pueblito hogareño al lado de un lago, sus aguas no son traslúcidas pero el ecosistema que provee es suficiente para los habitantes vecinos. Entre ellos vivía Amelia, una jovencita muy curiosa, amigable con los demás niños y respetuosa con los adultos, excepto con sus tíos, pues, su mamá fue a buscar recursos a un lugar lejano y la joven se quedó viviendo con ellos, sintiéndose aplazada.
Una tarde de juegos lleva a Amelia y sus amigos cerca del lago. Corrían de un lado a otro cerca de la orilla y se animaron a mojar los pies antes de irse, las risas volvieron cuando empezaron a salpicar el agua hacia los demás que entre tanto movimiento Amelia se resbala hasta caer a lo que siente como un vacío. A pesar de el agua, ella puede abrir sus ojos y a la distancia ve a otra chica con un vestido blanco.
Quería acercarse más a la muchacha, pero recuerda a sus amigos en la superficie y sale para no preocuparlos. La mamá de un chiquillo asustadizo llegó por su hijo en busca de ayuda, tenía con ella una toalla, luego de secarse todos se fueron a sus casas… o eso aparentó Amelia, quien con toalla en mano decidió sumergirse de nuevo a buscar a la damita en el agua. Al entrar en el lago escuchó un ‘hola’ de la chica que buscaba, amabas se hicieron compañía por un rato.
Con el pasar de los días, Amelia solía salir de su casa a pasar rato bajo el lago. Su nueva amiga, a la que llamó Oriana, era excelente para escuchar sus anécdotas, sus travesuras, sus sentimientos y por sobre todo los recuerdos de su madre. Luego de su más reciente encuentro su tía Julia esperaba en la puerta esperándola. Fue una vecina que fue a contarle a sus mayores sobre sus escapadas, lo que generó tensión en ella y decidió correr de vuelta al lago.
Por sobre los gritos de sus tíos escuchaba la voz de Oriana, la llamaba a entrar al lago y estaba dispuesta a hacerlo. Tiró sus zapatos y mojó sus pies, pero su tía le abrazaba de la cintura. ‘No puedes entrar al lago o puedes morir’ le dijo mientras lloraba. Amelia quedó pasmada y dejó que sus tíos le expliquen las cosas: el lago solía llamar a jovencitas cada cierto tiempo hasta consumir sus almas inocentes.
Geraldine Z
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