El sol despertaba y el cantar de las aves empezaba a escucharse por mi casa, no era necesario utilizar un despertador o la alarma del celular. Abrí los ojos y aunque el sueño quería retenerme para descansar por más tiempo, sabía que debía empezar mi día. Lentamente me iba sentando a un lado de la cama, me estiré alzando los brazos y dando un último bostezo. Me puse el calzado y me paré, de repente ya estaba caminando hacia el espejo de mi cuarto. Me detuve frente a él y me observé con detenimiento. En primer lugar, mi atención fue hacia mi cabello, al ser lacio no batallo a la hora de peinarlo. Luego, fui bajando la mirada, y noté que aún no me colocaba los lentes, los había olvidado. Cuando me los puse, tardé un poco en acostumbrarme a la nueva visión; siempre dicen que tengo los ojos achinados, pero con los lentes no se notan. Después, miré mi nariz, había un grano en la punta; aunque no sea respingada, así me gusta. Por último, observé mis labios delgados, estaban secos, debía tomar agua. Y al ver mi cuerpo noté que seguía manteniéndolo delgado.
Luego de mirarme en el espejo, me puse a pensar qué ropa me pondría hoy. Siempre suelo usar jeans y un polo normal, porque no salgo mucho de mi casa. Pero este día sería el primer día de clases y debía estar presentable. Busqué mis mejores zapatillas, eran unas negras que más que zapatillas parecían botines. Después encontré una blusa bonita de color rojo, pensaba cubrirlo con un cortaviento azul. Y para finalizar usaría unos jeans celestes de cintura alta. Me gusta vestirme con ropa cómoda, pero sin perder el estilo.
El estilo de ropa combina con el carácter que tengo. Algunos dirán que es fuerte, haciendo referencia a que soy seria y no hablo mucho. Pero los que llegan a conocerme podrán decir que soy una persona a primera vista amargada pero divertida en el fondo. Aunque no suelo hacer amistades rápido, la que brindo será sincera hasta el final. Así soy yo.
Eimmy Rodriguez
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