Cuando cae la noche, noto que el día ha acabado. Lo primero que pienso es en como mi cuerpo ha terminado cansado. Me miro al espejo, noto mis imperfecciones, mi cara sudada y mis ojos tristes. Pero es mi expresión risueña la que nunca se esconde ni tengo miedo a enseñar, la que por 3 años fue tratada con frenos encima quedando como resultado una deslumbrante sonrisa.
El reflejo mío no está completo, noto desde mis hombros hasta las puntas de mis pelos. Un cabello desordenado, demasiado ondulado. Mis cejas pobladas esconden mis ojos. Un par de cachetes rellenos, para buen diente, quién los pare. Me gusta más mi cara que mi cuerpo en realidad, de una contextura algo rellena que se puede mejorar.
La herencia que tengo, la saqué de mi mamá. Ambas parecidas, lo menciona siempre mi papá. Mis manos son pequeñas, las uso como excusa, para mi flojera que cada cuando se me da. Desde pequeña he sido así, engreída por mi papá y coqueta por mi mamá. Es difícil, pero estoy aceptando, no es sencillo encajar en esta generación.
No me considero muy extrovertida, en ocasiones nada más. He vivido mi vida tranquila, aunque si he tenido tropiezos que he aprendido a superar. Aunque no me guste la cocina, me enseñaron a preparar unos platillos muy ricos con un sabor especial. Me gusta ser como soy, aunque no cumpla un estándar perfecto de un adolescente de mi edad, quiero creer que puedo ser espectacular.
Valeria Miriam Rivas Vegas
![](https://static.wixstatic.com/media/33c37d_942904e801c243758a36c840672141b0~mv2.jpg/v1/fill/w_800,h_800,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/33c37d_942904e801c243758a36c840672141b0~mv2.jpg)
Comments